Al séptimo día
por: Mario Capasso
Mi mundo está acabado, dijo. Enseguida pensó, con un dejo de satisfacción, que por única vez en su vida, la siesta de los domingos estaría justificada. Así que se acostó nomás. Pero no logró conciliar el sueño. Abandonó la cama. Se asomó a una de las ventanas y vio lo que había hecho. Entonces abrió bien grandes los ojos y así continúa, con los ojos abiertos, inmóvil, en silencio.
Redondito, cargado de cosas, como buen mini.
Deja imágenes, ideas, sensaciones. Es bastante para un texto tan breve, ¿no?
Saludos
Ana Silvia
Y así seguirá per sécula seculorum. Inmóvil y en silencio.
Todo muy bien dicho con pocas palabras. Marta