El diálogo
En la práctica de los oficios de amor, la mujer es un silencio, impenetrable silencio, alcoba alfombrada de polvo. Hoy quizá su lámpara se encienda, la exploración concluya, quizá la pasión se apague. Lágrimas humedecerán las paredes de su desierta estancia a la espera de una llave que acierte a descifrar el enigma. Todo el dolor que un hombre sea capaz de infligir, nada será en comparación con lo que ella puede abandonar al silencio. Entonces: ¿ha sido la mujer un preludio a la palabra y su juicio, o el límite de la voz, el fin de lo dicho?