Dr. Chéjov

por: Pablo Brescia

Un final de cuento como “y parecía que faltaba poco para encontrar la solución pero ambos comprendían claramente que el final estaba todavía muy lejos y que lo más complicado y difícil no había hecho más que empezar” es perfecto, es eterno. El escritor ruso se merecía la botella de champagne que pidió el Dr. Schwöhrer cuando supo que su paciente se moría de tuberculosis. Descorchemos una nosotros y brindemos por 150 años más.  ¡Salud, Dr. Chéjov!



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