Libros y desolación
por: Oliverio Coelho
Recientemente atravesé Santiago del Estero, a pleno sol, en auto. Desolación, pobreza y sequía. Cuarenta grados. Al costado de la ruta, en la nada, una mujer humildísima vende cactus y morteros. Me detengo. La señora súbitamente me confiesa: le gusta leer. Me pide libros, revistas. Luego, ropa para sus trece hijos. Hago memoria. Me parece perfecto sembrar ese desierto con un libro de Gabriel Bañez y se lo doy. La señora no deja de agradecer. Agrego algo de ropa. Pero ella sigue pidiéndome más libros. Insistencia que habilitaría una política de estado para que existan libros en la desolación.
Atrapante, Oliverio. Muy bueno.
Brasilia año 2007..Luiz Amorim instala una pequeña biblioteca en una parada de omnibus. Su funcionamiento es totalmente autogestivo (cada libro lleva en su interior breves instrucciones). La iniciativa, lejos de fracasar como especulaban las mentes de siempre, se multiplicó y un año después todas las paradas de la avenida tienen su biblioteca, la donación de libros se cuenta en miles y su circulación no para de crecer
http://www.t-bone.org.br