Niños para el terror

por: Leonardo Valencia

Leer Los demonios ha sido como un big bang que todavía se expande. Cuánta muerte por los delirios de Stavroguin y la maquinación de Verhovenski. Tantas hipótesis: que Shatov representa a Dostoyevski; según otros, es Stavroguin; según Citati, está en el discurso final de Trofimovich. Excesivo desquicio final, cuánto melodrama a la rusa. Aún así se intuye lo que nunca se resuelve: el terror empieza como juego de niños abandonados. Eso es Verhovenski y Shatov y Fedka y el grupo. La más actual de las novelas sobre terroristas tiene ciento cuarenta años. La única diferencia: las mujeres no participan.



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