Fragmento de otro discurso amoroso – deslumbramiento y decepción
Supongamos que sí, que en cada hombre conviven príncipe y sapo. Si uno se deja obnubilar por el príncipe, lo más probable -casi tengo la certeza- es que, al asomar el sapo que todos llevamos dentro, uno acabe desencantado. Entonces, podemos inferir que a mayor expectativa, mayor desencanto.
Ilustremos con un caso real:
La paciente X lleva años de terapia deslumbrada por su psicoanalista lacaniano. Finalmente, al concretar su amor, ella se percata que el que está a su lado -desprovisto de investidura- es un hombre mayor con olor a ajo. C´est la vie: ganar, a veces, significa perder.