Testamento

por: Margarito Cuéllar

Algunas herencias son objeto de reclamo

y el juicio se prolonga varias generaciones.

Mi padre dejó una herencia.
Puedo comprar un yate o un avión,
proclamarme príncipe de los mares,
señor de los cielos.
Alquilar una isla y poblarla de muchachas
que me amen no por soledad
ni por mi herencia
sino por decisión propia.
Soy heredero universal
de un billete de 25 centavos
firmado Francisco Villa, Chihuahua, 1914.
Lo guardo como si fuera un huevo de oro
puesto por una mariposa de papel
o las teclas de un piano
hechas con los dientes de las mujeres que amé.



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