Crimen y castigo

por: Nicolás Ferraiolo

Jugaban pictionary, pero Eso no funcionaba. Fue al urólogo, todo de la mente; fue al psicólogo, todo de la infancia. Mientras se subía el calzoncillo, luego de otro estrepitoso fracaso, ella, desquiciada, puso vaselina al mango del plumero. Con el artefacto escondido detrás, susurró entredientes: “no te des por vestido”.



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