Obsolescencia planificada
por: Eugenio Tisselli
Cuando un objeto se rompe al poco tiempo de haberlo comprado, solemos sospechar que “ya no los hacen como antes”. Esta intuición es, de hecho, una constatación de la “obsolescencia planificada”: una estrategia mercantil bastante generalizada, según la cual los productos de consumo se fabrican con un “programa” autodestructivo que se ejecutará en breve. La justificación es simple: un producto duradero es mal negocio. Hay que planear su obsolescencia para que el consumidor necesite reponerlo, cuanto más pronto mejor. Todo carga la semilla de su destrucción. Pero cuando ésta es provocada maliciosamente, es necesario revelar el engaño y sublevarse.
Desde entonces, nos hemos concentrado en, sino arrojarnos mutuamente estos productos siempre al borde del estallido, al menos en colocarlos por doquier. Aquellos que se niegan a adquirilos, condenarán las tiendas a su destrucción hasta que los centros comerciales se vean en la obligación de ser sustituidos, segundo tras segundo, por nuevos centros comerciales y las mismísimas ciudades se vean atrapadas en aquello que las transforma en una mera transacción. Intermitente, parpadeo, y sé que también mi mirada se ha descompuesto.