Los niños del capital

por: Carlos López-Aguirre

Son caprichosos e inestables. Toman riesgos innecesarios con soberbia, pues se saben seguros: no importa los errores que cometan, siempre hay alguien a quién echarle la culpa para que pague por sus destrozos y nunca son castigados. Se ocultan en la cobardía del anonimato o tras su tutor, ese que tanto odian cuando no les deja jugar, aunque en realidad nunca deja de consentirlos. Hasta el momento, ningún trabajador los ha concebido, pero se encarga de mantenerlos. Nadie los ha elegido, pero deciden el destino del mundo. Son los mercados, el rostro infantiloide del sistema capitalista.



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