El genio

por: Martín Gardella

Froté la lámpara maravillosa por tercera vez.
– ¿Qué deseas? –preguntó el genio del turbante.
–Quiero ocupar tu lugar –le respondí.
Desde entonces, cada vez que quiero algo, friego mi lámpara y aparezco.
Ya no tengo pretensiones insatisfechas, eso es bueno. Pero me aflige sentir que, con el tiempo, esta horrible omnipotencia en cautiverio me fue robando el placer de desear, y de cumplirle, a quién me llame, sus deseos.



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