Las causas ocultas

por: Daniel Frini

—¡Me tenés podrida con llamarme “brujita mía” o “la bruja” delante de tus amigotes! ¡Tengo nombre, carajo! ¡Si querés que sea bruja, entonces vas a ver! ¡Mirá como salgo gritando “Soy una bruja, soy una bruja”— le dijo Elizabeth How a su marido, mientras salía a la calle, a grito pelado, rompiendo la calma veraniega de aquel 15 de julio de 1692 en la tranquila villa de Salem, en la colonia de Nueva Inglaterra.



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