Columnista invitado / La aniquilación del tiempo
por: Yanko Molina
Decir que la literatura sólo se alimenta de sí misma es ya noticia antigua. Las novelas se nutren de otras novelas como un ouroboros devora su propia cola. Pero cuando una narración se socava a sí misma, se cuestiona, se devora mientras se va construyendo, entonces al impresión es escalofriante. En La feria de las vanidades el narrador de Thackeray logra esa proeza: como Penélope, desteje cada aspecto de su obra casi al mismo tiempo que la hace salir de sus manos. Destruye el tiempo narrativo, pero también destruye el tiempo de lectura, aniquila el pasado y el presente.