Mariana Dimópulos, Cada despedida

por: Alonso Aristizábal

tapa Letra muerta_FUna sorpresa de las buenas. El viaje quebrado, pedacitos del relato que brincan de un tiempo a otro, el exilio es esa experiencia límite donde la voluntad se revela como un misterio. Y lo más satisfactorio es que ese misterio no hunde sus raíces en el narcisismo de las complejidades psicológicas sino en algo que está ahí afuera, una energía colectiva, un ruido secreto tan insidioso que se hace necesario pegar un grito. El tono de la prosa parece reproducir ese ruido secreto de modo que la experiencia de la lectura se hace envolvente y muy intensa.

Mariana Dimópulos, Cada despedida, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2010.



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