Ignorancia

por: Pablo Nicoli Segura

El monje encapuchado maldecía, reprendía a la muchedumbre.
-No es posible –vociferaba- que el mal haya pervertido sus almas. Echarle la culpa de vuestros pecados al demonio es demasiado conveniente. El demonio no es un ser pintado de rojo, con cuernos, rabo y una mueca maligna. El demonio no existe –terminó por decir. La maldad está solo en los actos perversos de los hombres.
Junto a la Catedral gótica todos le creyeron, todos se postraron y se golpearon el pecho contritos. Cuando el monje se volvió ligeramente de lado pude verle el rostro, su expresión era una mueca…



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