Columnista invitado / Genet en Sa Conca

por: Fernando Clemot

Se solía bañar desnudo entre las barcas de Sa Conca.
Lo reconocí el primer día. Su piel brillaba como la de un pez recién brotado del agua. Por la tarde estuvimos en una terraza. Se hurgó los dientes con un palillo. Escupió. Conservaba los modales de la cárcel.
Marchó al día siguiente. Se llevó mis poesías. Antes de irse me arrimó contra un portal, me estiró del pelo, me apretó el sexo. Le acompañé hasta el autobús. Llevaba una maleta de cartón. Porque era Genet, sí, tenía que ser él, o al menos él había dicho que lo era.



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