Columnista invitado / El diccionario me hace café
Me importa poco la pureza de la lengua. Abogo por la promiscuidad del lenguaje, la mescolanza de construcciones idiomáticas en ebullición semántica fervorosa y metacognitiva. No me molesta la mixtura; me llaman la atención el revoltijo neologista y los extranjerismos. Me gusta decir ménage à trois y cunilingus. Adoro padecer desosirio. No puedo con los puristas. No comulgo sus escepticismos castizos en defensa de una lengua que no es sangre azul, que vino hasta aquí como el Big Bang, con ímpetu de aleación y no por combustión espontánea incorrupta. El Diccionario Panhispánico de Dudas me hace café.