Los pasillos del monasterio

por: José María García Hernández

En forma de bello mozalbete, aunque sin prescindir de sus rocosas pezuñas, Satán recorría cada noche los pasillos del monasterio y llamaba a las puertas de los monjes hasta que alguno le abría. El hermano Federico, que ocupaba la última celda del último corredor, anhelaba ofrecer a Dios el regalo de su negativa, pero no le era posible. La criatura nunca llegaba hasta allí.



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